08 febrero 2017


MATRIMONIO 
¿Que significa ser "AYUDA IDÓNEA?


Al ver Dios a Adán solo, varón sin hembra, su juicio es claro: eso no es bueno. Es la primera y única cosa que Dios destaca como necesitada de perfección en una creación en todo lo demás perfecta y buena. Adán es la fuente material de Eva y se le adjudica de inmediato la responsabilidad de ponerle nombre propio. Esas dos características presentes en el relato constituyen la base de los posteriores postulados en el Nuevo Testamento acerca de la supremacía. Ahora bien, a pesar de esa autoridad masculina, la mujer no es representada como algo inferior, sino que, muy al contrario, es considerada ayuda idónea (Gén. 2:18).
Ayuda idónea no traduce adecuadamente el término original hebreo ‘ezer. “Ayuda” connota mera asistencia en la realización de una tarea que podría hacerse sin ayuda. Pero ‘ezer se aplica casi siempre a Dios mismo en Su actividad. En otras ocasiones, se refiere a la ayuda que proviene de la fuerza de un ejército, y sin ella es muy probable que se perdiera la batalla. “Ayudar” a alguien supone entonces compensar lo que le falte de fuerza. La mujer entraña esa ayuda tan particular y especial, ayuda idónea y fuerte.
El calificativo de idónea en relación a esa ayuda no comunica toda la fuerza del original. En una versión genuinamente literal, diría “como su opuesto”. En el relato de Génesis 2, en el que se le quita al hombre una parte de su anatomía para crear a la mujer, la idea que se transmite es la de complementariedad. La primera parte no está completa hasta unirse con la otra.
Varón y hembra son lo distinto pero complementario. Son por ello como dos piezas de un rompecabezas que encajan siendo diferentes, contribuyendo, sin embargo, a crear una totalidad perfecta. Cada sexo está capacitado para asumir distintas responsabilidades dentro de un “gran diseño”.
Génesis 3 nos informa acerca de la Caída, como episodio en el que tanto el hombre como la mujer pecaron contra Dios, siendo por ello expulsados del Paraíso. La unidad entre hombre y mujer sufrió un cambio crucial. Las recriminaciones y las quejas hicieron su aparición. En vez de vivir la diferencia como algo complementario y positivo, se convirtió en motivo de opresión y explotación. La mujer se volvió dependiente del marido, siendo para él su deseo, mientras que la protección por parte del hombre fue de egoista deseo sexual y clara explotación.
En la persona de Jesucristo y en su obra, empezamos a ver la restauración de la unidad del origen y del primer amor entre los sexos. Jesús eleva y señala esa igualdad entre hombre y mujer por ser ambos portadores de la imagen divina, pues así se refleja en el mandato de la creación, redimiendo y dando nuevo significado a los distintos papeles, y ello tanto en lo concerniente al liderazgo como a la subordinación complementaria o ‘ezer.

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